Experiencia de usuario (UX)
La experiencia de usuario o UX es una disciplina relativamente nueva que suele enmarcarse dentro del campo del diseño y que se centra en comprender a una audiencia objetiva de usuarios, qué necesitan, qué valoran y cuáles son sus limitaciones.
Por esta definición tan general podemos inferir que la experiencia de usuario es un campo polifacético que va más allá del diseño, ya que también bebe de la psicología, la ergonomía, la analítica, la gestión de proyectos y otras disciplinas aparentemente inconexas.
También es por eso que la experiencia de usuario se divide en varias áreas: diseño UX, UX writing o diseño de contenido, UX research o investigación UX y customer experience o experiencia del cliente (CX).
Así pues, unas buenas prácticas de UX ayudan a impulsar la calidad de las interacciones del usuario, así como las percepciones que tienen del producto y los servicios que ofrece la empresa.
¿Cómo surgió el UX como disciplina?
Hemos de echar la vista atrás al siglo XX para encontrar la semilla que hizo germinar la experiencia de usuario como disciplina autónoma. En concreto, deberemos retrotraernos al panorama industrial de fábricas y maquinaria pesada, como las plantas de automóviles.
En el preciso momento en que se empezaron a optimizar las herramientas de producción de los obreros y los flujos de trabajo para impulsar la productividad, el UX entrevió la luz por primera vez.
Al fin y al cabo, lo que se buscaba con estas mejores es facilitar el uso de las herramientas de trabajo y los procedimientos de trabajo mejorando la experiencia ergonómica de los trabajadores al emplear dichas herramientas y evitar accidentes de trabajo, enfermedades profesionales y un mal ambiente de trabajo en general.
Sin embargo, el término “experiencia de usuario” como tal surgió por primera vez en el libro The Design of Everyday Things (El Diseño de las Cosas del día a día) del psicólogo Donald Norman, una lectura obligada para cualquiera interesado en la temática.
Características de una buena experiencia de usuario
Al final, el UX consiste en que los usuarios encuentren algún valor en lo que se les proporciona a través de una pantalla. Por eso, las características de una UX bien meditada y acertada que aporte un valor significativo ha de ser:
- Útil: El contenido debe ser original y satisfacer una necesidad real.
- Usable: El sitio web o aplicación debe poder utilizarse intuitivamente.
- Deseable: La interfaz debe resultar atractiva al usuario, ser reconocible por la marca y evocar emociones positivas.
- Navegable: El usuario ha de ser capaz de llegar a cualquier parte del sitio web y encontrar justo lo que busca fácilmente.
- Accesible: Se debe tener en cuenta a los usuarios con discapacidades.
- Creíble: El sitio web debe transmitir confianza.
Ejemplos de buenas prácticas de UX
No podríamos definir con precisión en qué consiste la experiencia de usuario sin ejemplificarla con unas buenas prácticas concretas con las que ha de cumplir un sitio web o aplicación para que sea usable:
Minimizar la carga cognitiva
Es decir, hacer que el usuario tenga que realizar menos esfuerzos mentales simplificando la cantidad de información y opciones que se presentan al usuario en un momento dado. Para ello, hay que dividir las tareas complejas en pasos más pequeños y evitar sobrecargar al usuario con demasiadas opciones.
Diseño adaptable y responsive
Cuando hablamos de diseño responsive nos referimos a que la interfaz se adapta a diferentes tamaños de pantalla y dispositivos, lo que hace que el sitio web o aplicación sea usable tanto en ordenadores de escritorio como en dispositivos móviles.
Feedback claro
En un diseño UX acertado, el usuario debe tener siempre claro de dónde viene y hacia dónde va. Es esencial proporcionar retroalimentación instantánea al usuario después de cada acción mediante mensajes de confirmación, animaciones o cambios visuales para indicar que una acción se ha completado correctamente.