Tipos de metodologías activas: poniendo al alumno en el centro
Las metodologías activas en la educación son aquellas que convierten a los alumnos en protagonistas en su proceso de aprendizaje. En este sentido, van a contracorriente respecto a las metodologías más tradicionales, que conciben al estudiante como un mero espectador receptor de conocimientos. Así pues, contrastamos una dicotomía que contrapone un enfoque más activo con uno más pasivo, el convencional.
En las metodologías de enseñanza más tradicionales, el alumno se dedica a estudiar el contenido de las asignaturas que va acumulando en sus apuntes. Por su parte, las metodologías activas se apoyan en actividades que animan al alumno a implicarse y aprender con la práctica por sí mismo.
Se trata de una tendencia educativa relativamente innovadora de prácticas muy heterogéneas que se están implementando en muchos rincones del mundo. Algunos de los países que las aplican son Noruega, Finlandia, Singapur y en algunas partes de EE. UU. Las metodologías activas pueden combinarse con otras técnicas y enfoques pedagógicos según las circunstancias del alumno y el contenido de la asignatura para mayor eficacia.
Tipos de metodologías activas
Hay un amplio abanico de metodologías activas que los docentes pueden implementar en sus clases de forma sencilla. Lo principal de estas técnicas es que involucren al alumno como un agente activo de su propio proceso de aprendizaje para que se sienta motivado y empoderado. A continuación, te explicamos los principales tipos de metodologías activas que triunfan en las aulas:
Gamificación
Es una técnica divertida que consiste en incorporar elementos lúdicos en el proceso del aprendizaje. Si bien sería complicado gamificar todos los contenidos pedagógicos que podrían impartirse, es muy útil para momentos determinados cuya temática se presta al ocio y a la competitividad. Funciona bien con adultos, pero es muy útil para los más jóvenes, pues su capacidad de concentración es más reducida.
Por ejemplo, una forma de gamificar una lección es dividir la clase en equipos, determinar un sistema de puntuación y diseñar una actividad lúdica desafiante para que los alumnos compitan entre sí. Cada actividad y contenido formativo puede adaptarse de manera diferente con esta técnica.
Clase invertida o flipped classroom
En esta técnica se invierte el proceso de enseñanza y aprendizaje tradicional para hacer que las lecciones sean más prácticas y que el estudiante adopte un rol activo en la clase. En la enseñanza tradicional, el docente imparte una clase a unos alumnos, que se limitan a escuchar, tomar apuntes y, si acaso, preguntar dudas. Después, el docente manda deberes y los alumnos los resuelven en casa.
Al implementar la clase invertida, se le da un giro radical a este modus docendi. En una flipped classroom, los estudiantes adquieren una formación previa a la clase y después, una vez en el aula, aplican los conocimientos con ejercicios prácticos con ayuda del docente. A partir de ahí, el estudiante va evaluando su progreso educativo y se le presentan nuevas tareas.
Aprendizaje basado en proyectos
Es una actividad muy enriquecedora para los estudiantes que, más allá de la adquisición de conocimientos y habilidades, también fomenta la camaradería y el trabajo en equipo, soft-skills importantísimas en el mundo laboral actual. Esta consiste en realizar un proyecto sobre un tema o reto complejo relacionado con la asignatura, cuyo período de preparación puede durar desde una semana hasta un semestre o cuatrimestre.
Ahora bien, ¿hay alguna diferencia entre hacer un proyecto e implementar el aprendizaje basado en proyectos? Sí que lo hay. En el aprendizaje basado en proyectos, la clase se enfoca en el proyecto como unidad didáctica, y no como un mero recurso didáctico. Se trata de proyectos multidisciplinares e intrincados que suponen un verdadero reto y que necesitan de una extensa preparación y cooperación por parte de los integrantes del grupo de trabajo.
Debates
Siempre que se planifiquen bien, los debates son una herramienta muy útil para que los alumnos desarrollen su sentido crítico, trabajen sus habilidades de comunicación e investiguen sobre temas relevantes para la sociedad. De esta forma, los estudiantes también pueden contemplar otros puntos de vista.
En la preparación previa al debate, se divide el alumnado en dos grupos y se le explica a los alumnos que, para un debate serio y constructivo, se deben aportar pruebas fidedignas de lo que se dice. Durante el debate, el docente y el moderador hacen respetar los turnos de palabra. Al final del debate, se realiza un balance de los argumentos propuestos y se vota el equipo que ha sabido defender mejor sus argumentos.
Aprendizaje por retos
En este método de aprendizaje, a los alumnos se les plantea un reto muy complejo de interés social para que investiguen en pos de la solución más satisfactoria. El reto planteado no es abstracto o imaginario, sino que está ligado a la comunidad en la que viven los alumnos.
Para que la experiencia educativa sea real, las instituciones educativas se han de aliar con otras entidades que proporcionen dicho reto, como organismos públicos, ONG o empresas privadas. Habiendo formulado una solución definitiva, esta pasa a implementarse en el mundo real y a evaluarse posteriormente.
Aprendizaje por descubrimiento
El aprendizaje por descubrimiento es un enfoque pedagógico que parte de la premisa de que los estudiantes interiorizan mejor nuevos conocimientos cuando los descubren y experimentan por sí mismos. Esto sigue la idea rupturista con lo tradicional que comentamos al principio: colocar al alumno en el centro como un agente activo responsable de su propia educación y al docente como un agente auxiliar y facilitador.
Por ejemplo, se les puede motivar a los alumnos a que lean un libro estimulante que dé pie a ciertas reflexiones. También se les puede pedir que analicen un cuadro, tanto en lo pictórico, como lo histórico y lo simbólico. O en clase de ciencias naturales se pueden llevar a cabo pequeños experimentos que les permita a los alumnos interiorizar conceptos elementales.
Design thinking
Es una metodología que se ha adoptado ampliamente en diversos campos, incluyendo la educación, debido a su enfoque centrado en el usuario, la resolución de problemas creativa y la colaboración. En el ámbito educativo, el design thinking se presenta como una metodología activa que transforma la praxis de instrucción y de aprendizaje. ¡Te invitamos a leer más en detalle sobre la metodología design thinking!
El papel de la tecnología en las metodologías activas
Las nuevas tecnologías son la mayor aliada de los docentes a la hora de implementar las metodologías activas, ya que es gracias a ella que tenemos acceso a infinidad de recursos didácticos, diversificando nuestras estrategias de enseñanza. Hay muchos portales educativos en los que los docentes pueden encontrar nuevas ideas, contenidos e incluso crear comunidad con otros docentes volcados en su profesión.
Por otra parte, con la tecnología las clases se hacen más interactivas y divertidas al incluir juegos, vídeos, simulaciones y otros elementos multimedia que enriquecen la experiencia de aprendizaje de los estudiantes. Los alumnos también tienen acceso a una cantidad más amplia de contenido educativo en el que pueden indagar, por lo que podríamos decir que la tecnología es un medio de fomentar la curiosidad e inquietud intelectual.
Y no es menos importante el aspecto social en el que influye la tecnología en el aula. Han surgido herramientas colaborativas como Slack o Trello que los alumnos pueden utilizar para organizarse en grupo, cooperar entre ellos, mantener un canal de comunicación fluida y poder trabajar codo con codo para ejecutar un proyecto común.
Las metodologías activas, con su carácter insaciablemente innovador, no pueden entenderse sin el apoyo incondicional de la tecnología.
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