La metodología Design Thinking en la educación
El design thinking es un enfoque educativo muy efectivo e innovador centrado en el alumno y con énfasis en la cooperación para resolver problemas. Podemos contemplar el design thinking es un método y una perspectiva a la vez. Lo que lo hace único si lo comparamos con otras metodologías basadas en proyectos es que también se centra en desarrollar habilidades blandas como la empatía, la creatividad, el aprendizaje autónomo y la positividad. Es un enfoque que motiva a los alumnos y que aprovecha esta motivación para impulsarles a superarse a sí mismos y que desarrollen nuevas habilidades.
Fases de la metodología design thinking
El design thinking sigue un procedimiento cíclico reflejado en cinco pasos lógicos:
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Empatizar con los alumnos: En esta etapa, los educadores consultan a los alumnos para comprender sus necesidades, deseos, frustraciones y motivaciones. Para ello es necesario que los docentes practiquen la escucha activa, sean observadores y se pongan en el lugar del alumno para comprender lo que dicen y lo que no expresan. Se pueden utilizar entrevistas, encuestas, anotaciones de experiencias en el aula y otras técnicas para recopilar información.
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Definir el problema: Una vez que se han recopilado datos sobre las experiencias de los alumnos, es momento de definir el problema con claridad después de analizar la información obtenida durante la fase de empatía y encontrar patrones, oportunidades y áreas de mejora. Es crucial formular un enunciado de problema claro y específico que sirva como guía para el resto del proceso.
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Lluvia de ideas: En esta fase, se busca generar una amplia gama de ideas para abordar el problema identificado. Se alienta a los alumnos a que aporten desde las soluciones más sencillas hasta las más creativas y, en función de la tipología del problema por resolver, se invita a que participen otros agentes educativos como los educadores, padres y miembros del equipo directivo. No hay límites en cuanto a la cantidad o calidad de las ideas; el objetivo es explorar diferentes enfoques y soluciones posibles.
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Prototipado: Una vez que se han generado varias ideas, se seleccionan las más prometedoras y se crean prototipos para llevarlas a cabo y ponerlas a prueba. En este contexto educativo entendemos prototipos como maquetas, simulaciones, actividades prácticas, proyectos, experimentos o cualquier otra forma de representación que permita probar y evaluar las ideas de manera rápida y efectiva. El objetivo es obtener retroalimentación temprana y validar las soluciones antes de invertir recursos significativos.
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Feedback: En esta etapa, se comparten los prototipos con los alumnos, educadores y otras partes interesadas para obtener su opinión y retroalimentación. Se busca entender cómo perciben y utilizan los prototipos con el objetivo de proporcionarles una retroalimentación que les permita aprender de sus errores, hacerse más preguntas e ir refinando sus prototipos hasta acertar con una solución convincente.
Ventajas en el proceso educativo
El design thinking presenta unas ventajas decisivas y únicas frente a otras metodologías educativas:
Trabaja la empatía
En su esencia, el design thinking fomenta la empatía, una cualidad fundamental que impulsa que nos interesemos por los demás, por sus necesidades y experiencias vitales. Esta capacidad de ponerse en el lugar del otro fortalece las relaciones interpersonales y une a todos los alumnos en un sentido de comunidad en el que se fomenta que se escuchen y respeten los unos a los otros. Al desarrollar la empatía, los estudiantes aprenden a reconocer y valorar las diferencias individuales propias y ajenas, promoviendo así un entorno inclusivo y respetuoso.
Impulsa la automotivación
Otro aspecto clave del design thinking es su énfasis en la automotivación y el aprendizaje autónomo. Los problemas planteados son curiosos y suponen un reto para ellos, por lo que se les insta a los alumnos a que exploren sus propios intereses y a que encuentren la motivación para trabajar en un nuevo proyecto interesante. Esta automotivación orientada a superarse a uno mismo promueve un gran sentido de responsabilidad y disciplina y asigna a los alumnos un papel activo en su propio proceso de aprendizaje.
Fomenta un espíritu colaborativo
A través de la colaboración con sus compañeros, los alumnos aprenden a comunicarse de manera respetuosa y positiva, a compartir ideas y a integrar diferentes perspectivas para alcanzar soluciones innovadoras. Este intercambio de conocimientos y experiencias enriquece el aprendizaje a la par que prepara a los estudiantes para enfrentarse al mundo real del futuro, en el que es necesario trabajar cooperando con los demás y vivir en sociedad como ente colectivo.
Trabaja la resilencia
Poder afrontar los desafíos con resiliencia y determinación, tal y como queda implícito en el design thinking, es esencial para el éxito a largo plazo, tanto en el ámbito académico como en el personal y profesional. De hecho, es una de sus cualidades más destacables; toda esta metodología de principio a fin implica recurrir a la creatividad, a pensar «fuera de la caja», a estrujarse los sesos para formular ideas innovadoras que sirvan como solución a un problema complejo. No es de extrañar que esta soft skill sea una de las más valoradas en el mercado laboral. Además, el hecho de que se proporcione feedback para ir subsanando pequeños errores e ir afinando una solución hace que los alumnos trabajen su tolerancia a la frustración, algo imprescindible en una vida en la que tropezamos continuamente con tantas piedras.
Ejemplo de cómo implementar el design thinking en el aula
En una escuela primaria, los profesores plantean a los alumnos un proyecto cuyo fin es encontrar formas de apoyar a las personas que abandonan la escuela. Los estudiantes, después de reflexionar sobre la situación, se dan cuenta de que crear un ambiente de apoyo para evitar que sus compañeros se salgan del sistema educativo. Así pues, con ayuda de los docentes, los alumnos proceden a formular ideas sobre cómo mejorar el ambiente escolar y ofrecer apoyo a quienes lo necesitan.
Después de una lluvia de ideas, deciden implementar un programa de tutorías entre compañeros, donde los estudiantes más avanzados ayudan a aquellos que están pasando dificultades en el plano académico, social o emocional. También proponen actividades extracurriculares que fomenten la inclusión y el sentido de pertenencia en la escuela. Estos proyectos se prototipan y se les aporta feedback a los alumnos hasta que la solución que proponen quede bien planteada y afinada para después implementarse en la realidad con el apoyo de los profesores.
Con el tiempo, los alumnos observan que el ambiente escolar se vuelve más acogedor y solidario. Los estudiantes que antes se sentían desmotivados encuentran un sentido de comunidad y apoyo, lo que les ayuda a permanecer en la escuela y a alcanzar su máximo potencial.
Este ejemplo sirve para ilustrar cómo el design thinking puede empoderar a los alumnos para abordar problemas reales en su entorno y crear un impacto positivo en su comunidad educativa.
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