¿Vivimos en una sociedad de la información? Diferentes posiciones
Desde el siglo pasado, los medios de comunicación han experimentado una evolución sin precedentes, transformando la manera en que nos comunicamos, consumimos información y nos relacionamos con el mundo que nos rodea. Los periódicos, durante gran parte del siglo XX, fueron la principal fuente de noticias e información para la sociedad. Sin embargo, con el advenimiento de la radio y, posteriormente, la televisión, la manera en que accedíamos a la información cambió radicalmente. Estos medios masivos de comunicación no solo informaban, sino que también entretenían y conectaban a las personas en todo el mundo con un elemento cultural común.
Sin embargo, fue la llegada de internet lo que marcó un punto de inflexión verdaderamente revolucionario en la historia de los medios de comunicación. Con la popularización de la World Wide Web a fines del siglo XX y principios del siglo XXI, Internet democratizó el acceso a la información y permitió una interacción sin precedentes entre los usuarios. Es precisamente esto lo que ha dado lugar a lo que algunos llaman la sociedad de la información.
¿Qué es la sociedad de la información?
La sociedad de la información es un concepto que se refiere al impacto social, económico y cultural que han ejercido y siguen ejerciendo las nuevas tecnologías de información y comunicación, que han evolucionado a la velocidad de la luz desde la Segunda Guerra Mundial en todas las naciones. Estas sociedades, en contraste con las sociedades industriales, se caracterizan también por comercializar con la información y crear un flujo económico a su alrededor por la gran cantidad de agentes informativos que existen en ellas.
Esta noción de una sociedad de la información ha ido moldeándose de la mano de sociólogos y economistas desde que lo concibió el economista estadounidense Fritz Machlup en el año 1962 en su libro The Production and Distribution of Knowledge in the United States. Sin embargo, fue en 1972 que un sociólogo Daniel Bell acuñó oficialmente este término para referirse específicamente a la disponibilidad de acceso generalizado a los medios de comunicación.
Partes de la sociedad de la información
Podemos distinguir tres industrias que se encargan de la difusión de información dentro de la sociedad de la información actual:
Industria de la creación de contenido informativo
Esta pone los medios para crear propiedad intelectual en forma de literatura, música, fotografía y otras formas de arte. Está compuesta de escritores, compositores, editores, directores de cine, entre muchos otros trabajadores asociados a estos nichos. En un pasado cercano, estos creadores de contenidos trabajaban en sus propios sectores, cada uno en su oasis. Sin embargo, con el formato digital y el auge de las tecnologías, las fronteras entre los diferentes agentes creadores de contenido se ha difuminado. Esta industria eminentemente creativa, aparte de ocio, crea nuevas fuentes de información.
Industria de distribución de información
Si la primera industria pone el contenido, la industria de la distribución de información se encarga de crear redes por las que circule dicha información. Comprende empresas de telecomunicaciones, proveedores de Internet y televisión, compañías de telefonía y estaciones de televisión o radio. También, en su concepción más tradicional, incluiríamos en esta industria las librerías, e incluso los videoclubs, recuerdo dorado sellado en el pasado.
Industria del procesamiento de la información
Esta industria es el elemento más físico de la sociedad de la información, ya que incluye a los productores de dispositivos tecnológicos y equipos electrónicos de comunicaciones. La mayoría se ubican en Asia y producen en masa para vender sus productos a un precio asumible para los consumidores.
Características de la sociedad de la información
Aunque pueda variar según diferentes autores, los principales fenómenos y cualidades que caracterizan a la sociedad de la información son los siguientes:
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Dependencia de las tecnologías de la información: La producción, distribución y uso continuo de las tecnologías de la comunicación e información hacen que los países desarrollados y sus habitantes sean muy dependientes de estas tecnologías.
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Cambios en la fuerza de trabajo: La sociedad de la información ha traído consigo también un mercado laboral antes inexistente basado en la comunicación, los ordenadores y la educación.
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Mejora de la productividad: Las sociedades en las que se han implantado de raíz las tecnologías de la información las emplean también en el ámbito empresarial en pos de una mejora constante de la productividad.
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Convergencia de medios: Como hemos dicho antes, la digitalización de la información en una amplia variedad de formatos gracias a los medios masivos de comunicación, las telecomunicaciones y los ordenadores han hecho que estos converjan y se entremezclen.
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Cambios sociales: La emergencia de esta sociedad de la información ha tenido un impacto muy profundo en las naciones y las ha transformado significativamente en ámbitos como las interacciones sociales, el crimen, la vida personal, las barreras geográficas y socioeconómicas, el mercado de trabajo, el valor del arte, etc.
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Interconexión global: Las tecnologías de la información nos conectan a nivel global y descentralizan las fuentes de información, amén de dar pie a nuevas formas de organización social. Además, la omnipresencia de las redes de comunicación e información en nuestras vidas mediante Internet y los teléfonos móviles nos imbuye en una sociedad permanentemente interconectada.
La importancia de la información en la actualidad
Es innegable que la información y los medios de comunicación, desde los más rústicos (el boca a boca) hasta los más actuales (los podcasts, por ejemplo), siempre han sido un factor clave que ha moldeado nuestras sociedades. Los seres humanos necesitamos de información, adquirida por vía propia o a través de terceros, para poder tomar cualquier decisión de nuestro día a día y determinantes para nuestras vidas como individuos y como sociedad. En instancias superiores, esta información sirve a los gobiernos y a las empresas privadas para tomar decisiones estratégicas que mejoran la educación, la economía, la política o el sistema de salud, sectores esenciales para la sociedad.
Ligado a esto, la democratización de la información también incluye la difusión de contenido académico y científico a gran escala sin barreras geográficas, lo que supone un salto sin precedentes en el terreno de la innovación. Nosotros mismos podemos recurrir a internet para inspirarnos para, por ejemplo, solucionar cualquier problema o crear contenido artístico. Los repositorios de las universidades, entre otra plétora de fuentes informativas de calidad, se mantienen al día con las últimas investigaciones de sus campos para que otros investigadores puedan informarse, realizar sus propios experimentos y contribuir con su granito de arena.
Además, y esto es discutible, la sociedad de la información legitimiza a las instituciones democráticas ante los ojos de los ciudadanos. En una sociedad en la que todo queda grabado en una hemeroteca eterna, los gobiernos y sus instituciones deben responder a sus promesas y dejan su huella, para bien o para mal, en la memoria política de las generaciones.
Posiciones sobre la sociedad de la información
Desde su acuñación como término, la sociedad de la información como concepto ha sido objeto de debate en el campo académico. Algunos opinan que la sociedad de la información no supone una ruptura total y completa con la sociedad que lleva existiendo y mutando durante siglos. Es decir, piensan que hay elementos sociales y culturales permanentes que no han cambiado, pero que se han ido adaptando al innegable avance de las tecnologías en la sociedad. Sin embargo, es más interesante discurrir sobre las posiciones sobre la sociedad de la información y sobre lo positivo y negativo de su impacto en la población.
Posiciones favorables
Por una parte, la amplia accesibilidad de información actual nos proporciona los recursos suficientes para adquirir nuevos conocimientos que nos sirven tanto para enriquecimiento personal como para impulsar nuestra trayectoria profesional y tomar decisiones informadas en consecuencia. A su vez, la apertura de la información en el sector empresarial y productivo fomenta la creación de nuevos productos y servicios a partir de los datos, con una mejora acoplada de productividad. También da voz a grupos y opiniones que distan de la mayoría; todo el mundo puede encontrar una comunidad en internet con la que compartir un aspecto de su vida.
Posiciones detractoras
Por otra parte, que la información se haya democratizado no quiere decir que todo el mundo tenga la misma accesibilidad. Así pues, hay sectores de la sociedad que por su edad, su cultura o sus condiciones socioeconómicas no tienen la misma capacidad para utilizar las nuevas tecnologías de la información como los ordenadores o los smartphones. A este fenómeno, ampliamente estudiado por las instituciones públicas, se le denomina brecha digital.
Asimismo, si bien la sociedad de la información da altavoz a todas las voces por igual y nos interconecta a todos, también puede promover la fragmentación social creando cámaras de ecos en la que comunidades homogéneas se retroalimenten a sí mismas. Esto, aparte de ser altamente sectarizante, facilita la proliferación de fake news e información con un sesgo ideológico muy pronunciado.
A nivel individual, las tecnologías de la información nos tienen enganchados de forma casi continua si no les ponemos freno conscientemente. Su integración en todos los aspectos de nuestras vidas nos hace totalmente dependientes de ellas, hasta el punto de que algunos expertos hablan de adicción.
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