Teoría del valle inquietante o por qué nos sentimos incómodos ante los robots
¿Alguna vez te has sentido cierto desasosiego observando un robot con rasgos humanoides?, ¿nunca te has preguntado por qué los robots inspiran historias terroríficas de ciencia ficción? Este fenómeno se le denomina valle inquietante. Es decir, el valle inquietante es esa sensación incómoda (incluso temerosa) que experimentan muchos seres humanos ante figuras que aspiran a imitar los rasgos humanos, pero que no llegan a serlo del todo.
En este caso no hablamos de un miedo consciente o perfectamente articulado a los robots o al intrigante alcance que pudieran abarcar las nuevas tecnologías. El valle inquietante es una reacción visceral, inconsciente y, a veces, poco identificable que se produce de manera natural en el ser humano ante un estímulo que combina lo mecánico con lo humanoide.
Historia de la teoría del valle inquietante
Si bien fue Masahito Mori, un ingeniero de robótica japonés, el que acuñó el término de valle inquietante en 1970, esta hipótesis tiene un precedente muy claro: lo siniestro del afamado psicoanalista Sigmund Freud.
Lo siniestro y el doble
Con el concepto de lo siniestro (umheimlich, en su original alemán), Freud describe lo siniestro como algo que es, al mismo tiempo, conocido e inusualmente extraño, generando una paradoja emocional desconcertante y contradictoria.
Freud argumenta que lo siniestro surge cuando algo familiar, que debería ser acogedor y reconfortante, se transforma en algo extrañamente desconocido. Este fenómeno puede ocurrir, por ejemplo, cuando un objeto inanimado parece cobrar vida o cuando un evento que debería permanecer en el ámbito de lo fantástico irrumpe en la realidad cotidiana.
Otro concepto estrechamente relacionado con lo siniestro y el valle inquietante es el doble, perfectamente reflejado con abrumadora precisión en el cortometraje del director Alfred Hitchcock The Case of Mr. Pelham.
Masahito Mori: el pionero del valle inquietante
Así pues, el valle inquietante es una teoría continuista de lo siniestro aplicado a las nuevas tecnologías como la robótica y la inteligencia artificial que ha cobrado gran relevancia actualmente. Su precursor, Mori, la ideó cuando estudiaba las interacciones entre los robots y los seres humanos.
Mori observó que, a medida que los robots y las representaciones humanoides se volvían más realistas en su apariencia y comportamiento, la reacción emocional de los humanos hacia ellos era más positiva, ya que los percibían como más familiares y cercanos.
Sin embargo, Mori notó un fenómeno interesante: a medida que iban perfeccionándose y humanizándose estos mismos robots, la reacción emocional de los observadores humanos se tornaba negativa y les generaban rechazo. Es decir, se trataba de robots muy parecidos a los humanos, pero con defectos y pequeños detalles que delataban que no lo eran. Psicológicamente, podríamos referirnos a que los seres humanos percibimos a estos robots humanoides como impostores.
Explicando el fenómeno del valle inquietante
Varios psicólogos han intentado formular varias hipótesis para encontrar una explicación racional a la reacción revulsiva originada del valle inquietante. Si bien es complicado sentenciar una sola explicación como certera y absoluta, estas son un par de teorías que consideramos las más plausibles y que intentan justificar este fenómeno humano:
Evasión de patógenos
Esta teoría afirma que la intranquilidad que siente el ser humano ante imitaciones robóticas casi humanas podría derivarse de un mecanismo evolutivo cuyo fin es proteger a los seres humanos de patógenos potenciales.
Según dicha teoría, al notar ciertas imperfecciones en un robot humanoide, nuestro cerebro las interpretaría subconscientemente como signos de enfermedad, por lo que nos repelen de forma espontánea. Así pues, cuando más se parezca el impostor a un ser humano, más aversión suscitarán sus defectos.
Prominencia de la mortalidad
Esta hipótesis, también traducida directamente como saliencia de la mortalidad, sostiene que las imitaciones humanoides evocan esta profunda sensación de otredad, ya que nos recuerdan a la muerte, de modo que activan en nosotros un nivel más elevado de conciencia sobre nuestro propio e inexorable final.
Así pues, algunas figuras humanoides que se emplean con mucha frecuencia en las películas de terror, como los muñecos o los zombies, despiertan una ansiedad particular en el ser humano porque apuntan directamente a nuestra condición mortal y a las preguntas existenciales que ello conlleva.
Ejemplos de valle inquietante
Hay muchos ejemplos en la cinematografía de estas últimas décadas en la que los personajes generados por ordenador y el uso de una tecnología por entonces no muy afinada han suscitado esta sensación de valle inquietante en los espectadores. A su vez, con los avances de la robótica, también encontramos ejemplos de robots humanoides que incomodan nada más verlos.
The Polar Express
The Polar Express (2004) es un ejemplo citado con mucha frecuencia del valle inquietante en películas animadas. La película utilizó tecnología de captura de movimiento para crear personajes humanos realistas, pero terminó por generar reacciones no muy positivas debido a la extraña apariencia de los personajes.
El fallo de estas animaciones es que perseguían con demasiada ambición el realismo sin contar con la tecnología más avanzada como para producir un resultado convincente, por lo que los personajes parecían muertos vivientes con expresiones faciales antinaturales.
Cats
La adaptación cinematográfica de Cats en 2019 es otro ejemplo destacado del valle inquietante, especialmente en la forma en que se representaron los personajes. La película utilizó CGI para transformar a los actores en híbridos entre humanos y gatos, mezclando características humanas y felinas de una manera que resultó perturbadora para muchos espectadores.
Los personajes presentaban cuerpos humanoides con pelaje digital, caras humanas y movimientos que no encajaban del todo ni con los de un humano ni con los de un animal. Si bien muchos espectadores se lo tomaron con grandes dosis de humor, otros no se cortaron en mencionar el miedo que les infundían los estrafalarios personajes de la película.
Robot Sophia
Sophia, el robot desarrollado por Hanson Robotics y populaizado en 202, es un ejemplo perfecto para ilustrar el valle inquietante en la robótica. Sophia fue diseñada para parecerse a un ser humano, con una cara expresiva y la capacidad de interactuar verbalmente con las personas. Aunque a nivel técnico es un avance impresionante, muchos usuarios expresaron su incomodidad al interactuar con ella o al ver sus entrevistas.
Sophia imita de manera convincente algunas expresiones faciales y patrones de conversación humanos, pero su falta de fluidez natural y su apariencia aún ligeramente artificial generan esa sensación de desasosiego tan característica del valle inquietante.
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